El poder del orgullo y el amor. Una incómoda reflexión.

Hace muy poco, mi padre falleció. Un día estuvo, y al otro, ya no. Y a pesar de todo el shock y el dolor que esto genera, hay una gran parte en la que me reconforta saber que, por muchos años, hice lo que pensé que estaba bien.
Claro que escribir sobre estos temas puede ser incómodo de leer, y en buena parte puede parecer fuera de contexto… pero tiene un punto a resaltar. Lo prometo.
Hace un par de años, escuché las palabras de un amigo cuyo hermano había fallecido. Y espero no ser imprudente si él detecta que estoy escribiendo sobre esto. Pero recuerdo que decía: “Yo estoy seguro que él estaba orgulloso de mí”, y una pequeña parte mía, al escuchar eso, pensó: “¿Y esto qué tiene que ver con algo?”
Y luego, ahora que falleció mi padre, me regresaron esas palabras. Porque algo en lo que coincidimos con mis hermanos fue en lo importante que eran estas cuatro cosas:
1. Que él supiera que estábamos orgullosos de él.
2. Saber que él estaba orgulloso de nosotros.
3. Que él supiera que lo amábamos.
4. Saber que él nos amaba.
Y en eso lo resumo: Orgullo y Amor.
Algo que creo que me caracteriza es que, si tengo algo que decirle a alguien —ya sea felicitarle, agradecerle o comentarle algo que no me ha gustado—, trato de decirlo de alguna forma y sin demora.
A mi padre le habré dicho que lo amaba más de 500 veces, y que estaba orgulloso de él el doble de eso. Y creo que, mientras lo tuve conmigo, lo disfruté, lo amé y lo abracé, siempre pensando en lo pasajera que es la vida. Y pensarlo así me hacía abrazarlo más y disfrutarlo más.
Y ahora que se fue, siento que lo que pude hacer con él, lo hice.
Ya explicado lo anterior —y sabiendo que este caso no aplica a todos, pero quizás una pequeña parte sí—, quiero compartir que esta fórmula de orgullo y amor la podemos aplicar en todo, con todos y —lo que es mejor— con nosotros mismos.
Un par de días antes de que falleciera, vi un video que hablaba sobre que, al realizar un trabajo, no lo hagas simplemente: haz “EL TRABAJO”. Y luego, cuando traté de decir mis palabras en el funeral, eso fue lo que intenté transmitir.
Orgullo. Porque cada cosa que él hizo, la hizo no de forma regular, sino siendo el “Él” Connotativo de grandeza, el referente a lo mejor de lo mejor: EL Padre, EL Médico, EL Esposo, EL Hijo. Y eso fue lo que siempre vi en él: que siempre hizo cada cosa lo mejor que pudo.
Y mi mensaje —o lo que creo que gira en este texto— es que debemos cuidar de esto. Hacer cada cosa lo mejor que podamos, para que así el amor y el orgullo estén presentes en nosotros mismos, principalmente, y mucho más con las personas que amamos y nos aman.
Esta fórmula nos regala esa paz mental de que, aunque las condiciones de la vida son variables y muchas veces extremas, al final del día, si en nuestros trabajos hacemos cada pequeña cosa lo mejor posible, si con nuestras familias hacemos cada pequeña cosa lo mejor posible, si con nosotros mismos hacemos cada pequeña cosa lo mejor posible…
Quizás eso nos ayude a sobrellevar muchas cosas y a vivir el tiempo que nos queda de la mejor manera posible.
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